La noche aprieta filas. El cordón de entrada está difícil de sortear. Porteros de espaldas anchas en abrigotes baratos. Ángeles en el guardarropa. Escaleras, imitación a terciopelo rojo, transpiración condensada en el techo: destilación de alcohol de garrafón y químicas varias que vuelven a caer sobre la palpitante marea. Subbúfer saturado y niñatas que intentan imponer su insustancial parloteo cotorro por encima de la manteca sonora: pastosa; un tanto previsible, un tanto sorprendente. En las mesitas de hasta el fondo hay trajín, negocio rápido. Tipos torpes con camiseta que dice staff caminan entre la concurrencia como osos abotargados recién salidos del letargo invernal husmeando el aire, buscando algo a lo que hincarle el diente. La marconi, el chuloputa. Los trendi veryfashion. Malotes escrutan la pista y mascan chicle. Alguien baila con entrega. Alguien mira con envidia. Los promotores nerviosos: el dj estrella no termina de llegar. Todas las piezas en su sitio indaclab.
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